Dicen que cuando Ernesto ‘Che’ Guevara fue trágicamente capturado en las inmediaciones del río Ñancahuazú en la selva boliviana, descubrieron en su mochila el siguiente poema de León Felipe, titulado ‘Cristo’, copiado a mano por el mismísimo Guevara:
Viniste a glorificar las lágrimas…
no a enjugarlas.
Viniste a abrir las heridas…
no a cerrarlas.
Viniste a encender las hogueras…
no a apagarlas.
Viniste a decir:
¡Qué corran el llanto,
la sangre
y el fuego…
como el agua!
Son ya más de cuatro décadas desde la muerte del revolucionario, y hoy me pregunto si es cierto que ya es demasiado tarde para citar a Guevara porque ya ha traspasado la barrera de lo anacrónico. También me pregunto si el Che sigue siendo algo más que el diseño de una camiseta… me pregunto si seguirá siendo inspirador.
Escribe Milan Kundera en ‘La insoportable levedad del ser’:
“Quienes luchan contra los llamados regímenes totalitarios difícilmente pueden luchar con interrogantes y dudas. Ellos también necesitan su seguridad y sus verdades sencillas, comprensibles para la mayor cantidad posible de gente y capaces de provocar el llanto colectivo”.
Y yo me pregunto y pregunto a quienes buscan el llanto (de rabia) colectivo: ¿Puede ser el Che un referente para la causa de los derechos humanos? ¿Necesitamos ‘verdades sencillas’ en nuestro trabajo?
Koldo Casla